Amanece otra vez en mi habitación,
recurro al reloj que ya está cansado de decirme que el sol
volvió a salir.
Creo que unas líneas serán suficiente para vaciar el océano
en mi mente,
pero es sólo el breve sonido de los autos rodar en las
calles mojadas.
Encendí un cigarro con un encendedor caro robado,
mientras los fantasmas de mi pasado meten sus narices en mi
humo.
Sigo preguntándome, después de tanto andar muchas veces sin
sentido,
si alguna vez amaneceré
sin la sensación de lo incierto.
Estoy inmóvil ante un camino que parece ir a dar en ningún
sitio,
lleno de personas que parecieran quedarse,
pero sus pasos van dos notas más arriba
Se pierden en el murmullo de la ciudad,
suelen hacer eco con la
intención de acompañarme,
pero ni su reverberación puede darme algo de quietud.
Supongo que seguirá amaneciendo de la misma manera.